(Eleconomista.es) Caída de las criptomonedas puede provocar descenso en los mercados. Las criptomonedas han cruzado el umbral. Su tamaño y la interconexión con las mercados financieros ha alcanzado un punto en el que sus fluctuaciones ya pueden generar un impacto más que notable en otros activos o incluso desencadenar un efecto dominó. Ahora son un riesgo real, sobre todo a raíz de la pandemia del covid. Desde entonces, bitcoin o ethereum presentan una correlación intensa con las bolsas, lo que plantea nuevos riesgos para los mercados y la estabilidad financiera, según advierte el Fondo Monetario Internacional.
El crecimiento de los criptoactivos en los últimos años ha sido una de las tendencias más llamativas en los mercados. Pocos habrían apostado allá por 2009 (cuando nació el bitcoin) que este mercado alcanzaría una capitalización que dobla de largo el PIB de España.
La capitalización de las criptomonedas alcanzó en noviembre de 2021 los 3 billones de dólares, frente a los 620.000 millones de 2017. Gran parte de este crecimiento se debe a la entrada y el interés cada vez mayor de inversores minoristas e institucionales por igual, que parecen no temer la alta volatilidad de estos activos.
Durante años, los bancos centrales y otras instituciones ha negado que este mercado pudiera generar riesgos para las bolsas o los bonos por su escasa conexión y menor tamaño. Ahora, el FMI reconoce por fin que las criptodivisas pueden generar un efecto dominó en los mercados: sus caídas y sus subidas pueden contagiar a las acciones, provocar mayor volatilidad e inclusos desestabilizar el sistema financiero.
Las critpomonedas han sido una de las puntas de lanza de este mercado espumoso espoleado por la ingente cantidad de estímulos lanzados por los bancos centrales y los gobiernos. Mientras las bolsas mundiales se recuperaban del covid, con Wall Street de máximo histórico en máximo histórico, las criptodivisas han disparado sus rendimientos también a cotas históricas. Acciones y criptomonedas se han correlacionado de forma clara desde que la pandemia del covid irrumpiera en 2020 en los países occidentales.
Tobias Adrian, Tara Iyer y Mahvash S. QureshiDesde, economistas del Fondo Monetaria Internacional, destacan “la correlación de las criptomonedas con otros activos tradicionales como las acciones ha aumentado significativamente, lo que limita sus uso como ‘diversificador’ y aumenta el riesgo de contagio en los mercados financieros”.
“Bitcoin y ethereum mostraban poca correlación con los principales índices bursátiles antes de la pandemia. Se pensaba que ayudaban a diversificar el riesgo y actuaban como cobertura frente a las oscilaciones de otras clases de activos”, explican estos expertos. Era habitual leer y escuchar a analistas que comparaban al bitcoin con el oro por su capacidad de diversificar una cartera y de actuar como cobertura ante la inflación o ante correcciones de otros mercados dominados por los activos de riesgo. Los datos que podían sostener esta hipótesis se han evaporado con la última crisis.
Los criptoactivos se han movido al son de los estímulos de la banca central y de las políticas fiscales que han inundado de liquidez los mercados, elevando a casi todos los barcos que flotan en este océano de las finanzas. Poniendo el foco en bitcoin, la principal criptomoneda ha vivido una montaña rusa con empinadas subidas desde que estalló la pandemia y los bancos centrales pusieron toda la carne en el asador.
Cabe recordar que a mediados de marzo de 2020, con el covid causando los primeros estragos en Occidente, la criptodivisa rondaba los 5.000 dólares. A partir de ahí comenzó un rally estratosférico que la llevó a tocar los 64.300 dólares en abril de 2021, máximo histórico que alcanzó el día antes de que Coinbase saliera bolsa. El auge de la inversión minorista tuvo demasiado que ver.
Desde el FMI reconocen que el inicio de esta correlación entre acciones y criptos tiene su origen en “las extraordinarias respuestas a la crisis de los bancos centrales a principios de 2020. Los precios de las criptomonedas y las acciones americanas aumentaron en medio de condiciones financieras globales expansivas y un mayor apetito por el riesgo de los inversores”.
Como se puede observar en el gráfico, los rendimientos del bitcoin no mostraban una dirección concreta al compararlos con los del S&P 500 entre 2017-2019. El coeficiente de correlación de 60 días de sus movimientos diarios fue de solo 0,01, pero esa indicador se disparó hasta 0,36 entre 2020-2021, iniciando una nueva tendencia en la que acciones y criptodivisas se mueven al unísono. Bitcoin ha marcado su máximo histórico el pasado 10 de noviembre, cuando alcanzó otra cota histórica al tocar los 68.925 dólares, con los índices americanos tocando también máximos históricos por aquellas fechas.
“Esta fuerte correlación sugiere que el bitcoin ha estado actuando como un activo de riesgo. Su correlación con las acciones es más alta que la de las propias acciones con otros activos como los bonos de grado de inversión y las principales monedas”, sostienen los economistas del FMI.
Esto supone un riesgo importante para los inversores y los mercados, puesto que la caída de grandes criptodivisas como bitcoin o ethereum pueden desencadenar un efecto dominó. “La mayor correlación entre las criptomonedas y las acciones aumenta la posibilidad de que contagie el sentimiento de los inversores entre esas clases de activos. De hecho, nuestro análisis, que examina los efectos indirectos de los precios y la volatilidad entre las criptomonedas y los mercados bursátiles globales, sugiere que los efectos indirectos de los rendimientos y la volatilidad del bitcoin en los mercados bursátiles, y viceversa, han aumentado significativamente en 2020-2021”.
Ahora mismo, según los cálculos del FMI, la fuerte volatilidad del bitcoin explica aproximadamente una sexta parte de la volatilidad sufrida por el S&P 500 durante la pandemia y aproximadamente una décima parte de la variación en los rendimientos.
“Como tal, una fuerte caída en los precios del bitcoin puede aumentar la aversión al riesgo de los inversores y provocar una caída en los mercados de valores… lo que sugiere que el sentimiento en un mercado se transmite al otro de una forma notable”, advierte el informe del Fondo Monetario Internacional.
Otro ejemplo cercano y esclarecedor se ha podido observar durante la semana pasada, cuando la clara apuesta de la Fed por un endurecimiento más rápido de lo previsto de su política monetaria hizo temblar a los activos de riesgo, entre ellos el bitcoin y ethereum. La criptomoneda ‘reina’ ha llegado a perder los 40.000 dólares en los últimos días, mientras que Wall Street sufrió también pérdidas de calado. Es en estos episodios de pánico o euforia cuando más se retroalimenta el sentimiento entre unos activos y otros.
Los hallazgos del FMI revelan que esta transmisión entre activos es más intensa en momentos turbulentos para los mercados: “Los efectos indirectos entre los mercados de criptomonedas y de valores tienden a aumentar en episodios de volatilidad del mercado financiero, como en las turbulencias viviendas en marzo de 2020 o durante las fuertes oscilaciones de los precios del bitcoin, como se observó a principios de 2021″.
Todo lo señalado anteriormente revela que “existe una creciente interconexión entre las dos clases de activos que permite la transmisión de shocks que pueden desestabilizar los mercados financieros. Nuestro análisis sugiere que los criptoactivos ya no están al margen del sistema financiero. Dada su volatilidad y valoraciones relativamente altas, su mayor correlación pronto podría plantear riesgos para la estabilidad financiera, especialmente en países con una adopción generalizada de criptografía”, alertan los expertos del FMI.
Tanto las divisas estables (stablecoin) como algunos vehículos de inversión (ETF de bitcoin) tienen posiciones considerables en activos del mercado de renta fija (bonos, letras, pagarés…) que en caso de una corrección en el mercado de criptomonedas pueden ser usadas como vía para compensar las pérdidas a través de la venta de esos activos, lo que podría generar cierta presión vendedora sobre dichos bonos y activos.
Por lo tanto, desde el Fondo Monetario Internacional hacen una llamada global a todos los reguladores para que adopten un marco regulatorio global integral y coordinado para lanzar un marco y unos parámetros de supervisión y mitigar los riesgos cada vez mayores que suponen estos activos para la estabilidad financiera.
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