“To Bitcoin or not to Bitcoin”, esa es la cuestión

“To Bitcoin or not to Bitcoin”, esa es la cuestión. La industria criptográfica aún necesita incorporar mecanismos que aseguren un manejo adecuado de la volatilidad.

Vernan Mesen para ( El Financiero) “To Bitcoin or not to Bitcoin”, esa es la cuestión.

El banderazo de inicio de la “Ley bitcóin” en El Salvador, que atrae la mirada atenta del mundo financiero internacional, pone sobre la mesa el cuestionamiento sobre la conveniencia de convertir el activo criptográfico en una moneda de curso legal.

Casi como una versión moderna del Hamlet de Shakespeare, la comunidad financiera se debate ente amores y odios, revisando los resultados del experimento salvadoreño donde muchos de los argumentos a favor y en contra quedarán demostrados.

El escepticismo de reguladores y de las organizaciones financieras internacionales se enfrenta al entusiasmo de una comunidad criptográfica llena de “evangelizadores” y de fieles defensores; mientras tanto, será el pueblo del país centroamericano quien, al mejor estilo del conejillo de indias, emitirán su juicio en carne propia.

La pregunta constante, desde el anuncio del presidente Nayib Bukele sobre su plan para elevar bitcóin a moneda de curso legal, es si esta decisión va tener su réplica en el país; y para dar respuesta debemos elevar la discusión y alejarla del simplismo del sentimiento sobre las criptomonedas y entender que desde su origen, el bitcóin no buscaba encajar con el sistema financiero actual.

Este ideal casi anárquico, de alguna manera se traiciona, para poder convertir el bitcoin en moneda, porque a pesar de los discursos pro cripto donde se asegura el fin del sistema de pagos actuales y la llegada del futuro, la situación salvadoreña nos enfrenta ante la realidad de imponer regulaciones a los participantes para darle valor y aceptación al activo.

La industria criptográfica aún necesita incorporar mecanismos que aseguren un manejo adecuado de la volatilidad, revelación exacta de los usuarios para no dar espacio al adelantado riesgo del lavado y sobre todo, un espacio amplio de educación en el tema, que logre que se minimicen las posibilidades de desconfianza producida por poco conocimiento y la inevitable presencia de falsos proyectos o inversiones milagro en torno a las criptomonedas.

Las criptomonedas son un universo de opciones y es inevitable comparar la situación actual con el surgimiento del Internet y la oferta múltiple de empresas “.com” que se autonombraban el futuro y la mejor inversión para su dinero; la historia dos décadas después nos enseña que los cambios tecnológicos son efectivamente una oportunidad, pero no necesariamente una receta segura y obligatoria.

Con el estallido de la burbuja de Internet quedó muy claro que miles de esas empresas no eran más que un espejismo y algunas otras lograron capitalizar su éxito con proyectos reales que dominan las principales capitalizaciones de los índices tecnológicos en el mercado de capitales. En las criptomonedas no todas van a llegar a ser Google o Amazon porque al igual que veinte años atrás, aún queda mucho por aprender, mejorar y descubrir.

Mientras tanto en nuestro país, casi como en un espejo de la situación mundial, las posiciones a favor y en contra siguen sin poder imponer su idea, las advertencias sobre los riesgos se enfrentan a una comunidad entusiasta pero muy variada en conocimiento o en el impulso para apoyar las criptomonedas.

El entusiasmo que provocó la ruta marcada por El Salvador en la industria, también se siente en el país o al menos es parte del discurso positivista acerca del avance del bitcóin; pero que igualmente estará a prueba hasta tengamos los resultados para el principal activo criptográfico en ese país.

Posiciones contrarias surgen desde muchos economistas e incluso desde el mismo Banco Central, que advierten que la utilización de las criptomonedas, aunque no sea prohibido, expone a sus usuarios a riesgos sin regulación ni control.

El dilema shakesperiano de ser o no ser, en torno al bitcóin, podría darnos algunas luces por la experiencia práctica de El Salvador; pero no dará una respuesta definitiva; para que exista una aceptación real.

Se necesitan más puntos en común entre creyentes y detractores para cumplir una dinámica necesaria de validación: acuerdo, sin esto y la existencia de bandos, no se avanzará mucho en esa meta.

Mientras tanto, y en primera fila quedaremos atentos a los acontecimientos, para tener criterios ampliados sobre el uso de las criptomonedas, y buscar respuesta fácticas al dilema original sobre del Bitcoin.

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